EDITOR: MIGUEL GRINBERG


ENTREVISTA (click acá)

2 de abril de 2011

Islas Malvinas, los pibes y Pan Caliente: una historia que merece ser contada

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Jorge Senno: "Hace exactamente un año escribí esta nota, que generó mucho debate y fue re publicada en blogs amigos. Es una historia silenciada. Para los que no la leyeron en su momento y para que la memoria no se oxide, en un discurso único.



Para hablar de la revista Pan Caliente y la coyuntura del ‘82 es preciso remontarse unos años atrás hasta 1976 (vaya fecha) año que además de instalarse como ya es sabido el golpe de estado, nace el Expreso Imaginario, proyecto que se venía gestando desde el ‘74 y había sido anunciado desde la vieja revista Mordisco.
En un momento donde la información era manejada desde la dictadura y la censura, el Expreso fue la mejor revista contracultural que dio este país. Todo lo que hoy está al alcance de un solo clic o ya instalado en los multimedios, fue tratado con profundidad y seriedad por periodistas que hoy son referentes absolutos en lo suyo. Ecología, música, viajes, pueblos originarios, poesía, cine, no hubo tema que flotara en el aire que se le haya escapado al Expreso. Tal es así, que hasta los artistas han sido inspirados en sus páginas para escribir composiciones notables, como el caso de Charly García e “Inconsciente colectivo” tomado de una nota sobre la teoría de Carl Jung.
Su creador fue Jorge Pistocchi, que junto al poeta Pipo Lernoud co- dirigieron su primer etapa que fue a mi entender la que la hizo entrar en la Historia. Luego pasó el tiempo y el viejo Expreso por diferentes causas que exceden a este análisis fue perdiendo sus maquinistas, sus pasajeros y lo que es peor aún, sus vías. En el año ’82 seguía saliendo dirigida por Roberto Petinatto y definitivamente era otro viaje.
En el intermedio Pistocchi sacó otras dos publicaciones: Zaff y Pan Caliente. A principios de 1982 y debido a problemas económicos la continuidad de la revista Pan caliente se vió afectada.
“Para poder sacar una idea adelante”, si no me falla la memoria fue la consigna para convocar a un festival masivo en la cancha de Excursionistas. Reclutados por Miguel Abuelo y Claudio Kleiman la respuesta de los músicos en forma desinteresada fue inmediata. Desde figuras altamente convocantes del momento como León Gieco, Litto Nebbia o Piero, junto a viejas glorias pioneras y grupos que estaban en el under o saliendo de él : Los Abuelos de la nada, La Fuente, sexteto MIA, Alberto Muñoz, Alejandro Medina, Willy Quiroga con Destroyer, Celeste Carballo, Forma de vida entre otros. La tarde se hizo famosa por la anécdota de un grupo  ignoto de La Plata que en el medio de la dictadura tocó rocanrol al mango e hizo subir a una bailarina semidesnuda, frente a la monada enloquecida. Tres policías que encararon a Jorge diciéndole “o baja ella o subimos nosotros”. Obviamente hablamos de Patricio Rey y sus redonditos de ricota.

Yo estuve allí, fue el 2 de Enero del 82, y el 4 del mismo mes estaba convocado para el servicio militar obligatorio. Con un número altísimo de sorteo: 901. Es muy difícil, contar el momento a esta altura en donde los hijos de mi generación tienen la edad de los pibes que fueron a Malvinas. Era la Fiesta cuando no había fiesta. Recuerdo que viví ese festival como si a los dos días se acabara el mundo cosa que en parte sucedió.
Creo que es muy importante entonces señalar que a mi entender ese festival fue tal vez el último momento de una cultura de resistencia. En donde se hacía lo que se decía, en donde los músicos que subían a tocar estaban en sintonía real con el público, pero la fiesta sin embargo era el Arte. En donde se palpaba el ida y vuelta, pero insisto importaba la calidad. Si tuviera que rescatar un momento sería La Fuente desatando un baile colectivo a fuerza de huaynos y poesía, que levantó una polvareda que literalmente tapó el estadio, dispersándose en todo el barrio. En donde se soñaba con votar, con democracia real y participación.

El 2 de abril estalló la guerra. Un par de días antes una manifestación en Plaza de Mayo había sido brutalmente reprimida y al toque galtieri (sí con minúsculas, no es un error de tipeo) llena la plaza anunciando “si quieren venir, que vengan” refiriéndose a una de las armadas más poderosas del planeta. País esquizofrénico.

Otro 30 de marzo pero 25 años más tarde toqué invitado por mi maestro Claudio Gabis y mis mejores amigos músicos dentro de la Casa Rosada, Blues con un Dobro. Esa misma noche la inigualable voz de Claudia Puyó cantó el “Blues del terror azul” tema de Gabis con la Pesada, en el mismo lugar en donde se lo engendró. El terror azul del salón blanco de la casa rosada. La vida te dá sorpresas, si logras sobrevivirla.
Sobreviví ese 82 por estar en la fuerza aérea que priorizó enviar pilotos profesionales a las islas y no colimbas sin instrucción. O porque el destino lo quiso así, simplemente.

Quiero recalcar algo que no aparece en las historias oficiales del rock argentino: el único medio que se opuso a la guerra, estuvo del lado de los pibes que eran su público y tuvo el coraje de sostenerlo fue Pan Caliente. Como es una etapa muy poco elaborada y el dolor y el sistema impidieron análisis posteriores, acá está con una vigencia impresionante el editorial de Pistocchi 28 años después. Cuando uno vé la vocación de la Argentina de seguir devorando generaciones (hablo de Cromañón, el paco, la represión a los jóvenes más humildes) se pregunta si todo eso que soñábamos con la llegada de la democracia cambió en esencia.
Este número en cuestión (julio 82) no tiene desperdicio: también adjunto una nota con las tapas del diario de mayor distribución durante la guerra, y para cortar el bajón y para los coleccionistas una crónica de un show de los primeros Redondos. También (aparece mencionado en el editorial) un reportaje al talentoso y lúcido Miguel Cantilo.

Vaya finalmente un abrazo imposible a los pibes que la quedaron, víctimas de una guerra que no pudieron elegir.
Y un reconocimiento eterno a una de las mentes más lúcidas de la Cultura Rock, quien no solo puso su fortuna para equipar a Almendra y editar revistas que cambiarían la cabeza de una generación, sino su enorme creatividad, su desapego a lo material, su ética inclaudicable: Jorge Pistocchi.

Jorge Senno
San Telmo, 1 de abril de 2010.


EDITORIAL: 

Pan Caliente, Julio 1982.

“Hoy ser joven no tiene perdón.”

Como resultado de la guerra de las Malvinas miles de jóvenes enfrentaron muerte y mutilación en manos de mercenarios altamente especializados en el arte de matar. Que además venían equipados con los últimos adelantos las sofisticaciones más mortíferas de la floreciente industria armamentista. No es extraño que un alto jefe de la OTAN haya afirmado que el conflicto del Atlántico Sur resultaría excelente campo de pruebas para el material bélico más reciente.
Bueno se dieron el gusto. Todo ese poderío fue experimentado sobre los cuerpos de muchachos menores de veinte años que pertenecen a una generación obligada a pasar su infancia y su adolescencia en medio de otra lucha, -esta vez interna- no menos cruel, de la que eran absolutamente inocentes.
Los hijos de nuestro famoso crisol de razas derramaron en las islas su sangre de los más diversos orígenes: española, india, italiana, judía, árabe y hasta inglesa, fundiéndolas en una misma muerte Todo esto sucedió en nombre de la identidad nacional de un pueblo que a costa de esa sangre logró salvar sus contradicciones y reunirse después de mucho tiempo masivamente en dos oportunidades durante la contienda. La primera
unas trescientas mil personas se agolparon el 11 de abril en Plaza de Mayo adhriendo la decisión gubernamental de mandar sus hijos al frente. La segunda tuvo lugar durante la visita de Juan Pablo II, y fueron unos cuatro millones los que sumaron sus voces pidiendo una paz justa.
Tal vez como lo expresa uno de los entrevistados de este número este fenómeno se deba a que se logró poner al enemigo afuera. Ese viejo enemigo que tenemos adentro y que desde el comienzo de nuestra historia nos ha ido devorando a través de los incontables conflictos sociales, políticos y económicos. Agravados ahora por la intervención de interese de las grandes potencias que se las arreglan para librar su Tercera Guerra Mundial lejos de sus casas: Corea, Vietnam, Polonia, Afganistán y hoy Líbano. Esta vez el duro golpe nos toco a nosotros. Una vez pasada la euforia y la frustración solo queda aprovechar la lección, porque las oportunidades en estos tiempos no sobran.
Hoy los soldados comienzan a regresar del espanto. Un destino incierto los espera. Desde los kioscos un conocido semanario los saluda con un: “Muchacho ahora te queremos mas que antes”. Suena como una burla cruel de parte de ese periodismo que ya ha comenzado a recibir el repudio de la gente desengañada. Porque si algo les faltó a esos chicos fue el amor. Además de justicia y libertad. Si esos valores no se recuperan, los jóvenes terminarán por pensar que en realidad no existen.
Tal vez hubiera sido más justo que les dijeran ¿Para qué te queremos ahora?” Esa es una pregunta que bien podrían hacerse todos aquellos que posean a partir de este momento poder sobre sus destinos. Llámense políticos, ideólogos, militares, maestros. Para que tengan presente cada cadáver, cada herida, en el momento de decidir.

Jorge Pistocchi
Pan Caliente, Julio 1982.



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